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LIBRE y las iglesias enfrentadas por convocatoria a marcha nacional

El llamado a una marcha por la paz y la democracia por parte de las iglesias católica y evangélica ha generado una reacción conflictiva del partido Libertad y Refundación (LIBRE). El diálogo de pronunciamientos y sugerencias ocurre en un ambiente de gran sensibilidad política, a menos de un año de las elecciones generales de 2025, y suscita preguntas sobre las fronteras entre la acción política y religiosa en la esfera pública.

Proyecto gubernamental para penalizar a la Confraternidad Evangélica

La socióloga Julieta Castellanos ha señalado que el creciente respaldo a la movilización religiosa ha generado incomodidad en sectores del partido gobernante. En este marco, el comisionado presidencial Miguel Briceño mencionó la posibilidad de retirar la personería jurídica a la Confraternidad Evangélica de Honduras. La propuesta ha generado amplias críticas de dirigentes opositores y representantes religiosos, que la consideran una medida restrictiva y un precedente de censura.

La oposición y dirigentes religiosos reportan intimidaciones

El exaspirante a la presidencia, Salvador Nasralla, alertó que cualquier medida en contra de las iglesias podría ser vista como un paso hacia conductas autoritarias, y previó una reacción política si esto llegase a suceder. Simultáneamente, pastores y dirigentes de las iglesias organizadoras han reportado amenazas de muerte y acoso hacia creyentes y líderes que se involucren en la manifestación. El pastor evangélico Mario Banegas corroboró estas acusaciones y afirmó que la convocatoria continuará como está planeada.

Un enfrentamiento que revela la vulnerabilidad del acuerdo democrático

La confrontación entre LIBRE y las iglesias se inscribe en un clima de polarización y desconfianza institucional. El choque entre un actor político en el poder y organizaciones religiosas con fuerte presencia social plantea un debate de fondo sobre la libertad de expresión, la participación ciudadana y los límites de la intervención estatal. La cercanía del proceso electoral refuerza la tensión y deja en evidencia el reto de garantizar un marco de convivencia democrática en un escenario de alta conflictividad.

Por Otilia Adame Luevano

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